Los rugidos de un león en los alrededores del campamento, pusieron el mejor fondo musical posible a los apacibles sueños disfrutados durante la noche que estaba próxima a finalizar.
A las 6, una amable voz nos devolvía a la realidad al anunciarnos que nos traían café y pastas, a modo de “predesayuno-despertador”.
A las 6,30 acudimos a desayunar en condiciones ya que nos esperaba una larga jornada de safari que se prolongará hasta el atardecer. Lo primero que encontramos en el comedor, son unas botellas de champagne puestas a refrescar en una cubitera; es una pena pero a esas horas, el cuerpo no me admite ese tipo de desayuno.